Durante gran parte del mes de diciembre, la discusión deportiva puertorriqueña ha estado dominada por los rumores en torno a la posible contratación del cotizado dirigente estadounidense Rick Pitino para tomar las riendas del equipo nacional de baloncesto masculino. Hoy, lunes 20 de diciembre se oficializó el acuerdo entre el actual técnico de la Universidad de Louisville y la Federación de Baloncesto de Puerto Rico (FBPR). Una vistosa conferencia de prensa en la soleada ciudad de Miami sirvió para que el Licenciado Carlos Beltrán, Presidente de la FBPR, y el propio Pitino estrecharan las manos y oficializaran el tan esperado pacto deportivo. El enebeísta puertorriqueño, José Juan Barea también estuvo presente en la actividad y ofreció su apoyo a quien será su nuevo dirigente en la selección nacional.
No recuerdo haber visto un dirigente de algún programa nacional deportivo que haya recibido tanta pleitesía de parte de los directores federativos y medios de prensa principal. Lo hacen con razón. Pocas personas ponen en duda la capacidad de Rick Pitino como técnico de baloncesto. Sus numerosos éxitos en el difícil circuito universitario estadounidense son la mejor evidencia de su calibre como técnico y profesional del baloncesto. No hay duda de su talento y ética de trabajo.
No obstante, utilizar tales experiencias para construir el más colorido discurso mesiánico que presenta a Pitino como la salvación, y quien con su “varita mágica” enderezará el “barco” de los “12 Magníficos”, es una afrenta a la capacidad crítica y memoria histórica de quienes llevamos más de 20 años siguiendo el baloncesto puertorriqueño. Es una falta de respeto a aquellos pasados dirigentes puertorriqueños que con su sacrificio y entrega contribuyeron a que el nombre de Puerto Rico sea positivamente asociado con el deporte del baloncesto en muchísimos lugares del mundo, incluyendo la sede de la Federación Internacional baloncesto (FIBA) en Suiza. Si existe tanta pasión por el deporte de las canastas en Puerto Rico es precisamente por la gloria y triunfos que distintas ediciones de nuestro quinteto patrio nos han regalado bajo la dirección de grandes técnicos como Raymond Dalmau, Carlos Morales, Julio Toro, Flor Meléndez, Manolo Cintrón, Fufi Santori, Armando Torres, Caco Cancel, entre otros. Esta lista es mucho más grande que el puñado de dirigentes extranjeros que en algún momento tomaron las riendas del equipo.
Sin negar que la debacle en Turquía 2010 comenzó un movimiento que hacía la justa petición de una reestructuración en el equipo y la contratación de un nuevo dirigente en propiedad, es importante reconocer que la crisis por la cual pasan nuestros programas de baloncesto no son exclusivamente producto de una dirección técnica que no llenó las expectativas del exigente fanático/a puertorriqueño. Insistir que la contratación de un exitoso dirigente estadounidense va a ser la fórmula que nos llevará a Londres 2010 es tan absurdo como ponerle un parcho de tela al agua que se filtra en el techo del Coliseo José Miguel Agrelot. Pitino va a ayudar enormemente y ojalá cumpla en su cometido de llegar a su primera olimpiada de verano. Sin embargo, una persona no puede cambiar de la noche a la mañana las actitudes engreídas de jugadores que en ocasiones se creen más grandes que los colores que representan.
Resulta penoso ver cómo jugadores que sabemos están sembrados en nuestro equipo celebran la contratación de Pitino aduciendo que finalmente llegó la persona que impondrá disciplina a los jugadores. Esa actitud de respeto y disciplina debe comenzar por el jugador. El dirigente es sólo un facilitador. ¿Por qué no existía la misma actitud de respeto y deferencia hacia el dirigente puertorriqueño? ¿Acaso éstos son inferiores y por ende no merecen el mismo respeto de sus jugadores? Qué estos jugadores no olviden que siempre hay un pueblo al que se deben y espera un compromiso no necesariamente basado en estadísticas y número de victorias, sino en humildad, pasión y respeto por quienes colaboran y toman las riendas de nuestra valiosa soberanía deportiva. Con pocos recursos, estos pasados técnico boricuas merecen el más grande respeto, admiración y agradecimiento.
A Rick Pitino le deseamos lo mejor y agradecemos su interés y compromiso con nuestra escuadra nacional. Esperamos que nunca olvide que hay una nación pendiente a la “nave” que él eventualmente ayudará a conducir. Su puesto se lo hemos prestado temporeramente confiando en su capacidad, profesionalismo y dedicación. Estamos seguros/as que su filosofía de juego impactará positivamente a nuestros muchachos. Aquí comienza la difícil, pero no imposible travesía de llegar a Londres 2012. ¡Enhorabuena!
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Me tenias convencido hasta que mencionaste a Manolo Cintron como buen dirigente.
ResponderEliminarBueno Manolo quizás no era la persona más apropiada para el cargo, pero no olvidemos que bajo su tutela al menos nos mantuvimos como la potencia de la región "Centrobasket", ganamos bronce en Las Vegas 2007, y plata en San Juan 2009. Esos logros nos ayudaron a subir de la posición 13 a la 10 (FIBA) luego de no pasar a la 2da ronda en el Mundial del 2006. Manolo también merece nuestro agradecimiento por su ardua labor y compromiso con el quintento patrio.
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