martes, 25 de octubre de 2011

El triunfo de "Las 12 Magníficas" y una nueva mirada al deporte femenino boricua



El deporte en Puerto Rico se encuentra de pláceme con la histórica victoria y medalla de oro del Equipo Nacional de baloncesto femenino en la final de los Juegos Panamericanos 2011 que se celebran en Guadalajara, México. De ser un quinteto que rara vez figuraba en los debates y consideraciones panamericanas para esta rama deportiva, hoy día comienza a ser visto como un conjunto en ascenso y capaz de ganarle a potencias regionales tradicionales como Estados Unidos y Brasil.



Estas 12 mujeres son parte de la bandera deportiva boricua y sus triunfos son tan valiosos como los obtenidos por la versión masculina de la selección nacional de baloncesto. Su victoria debe motivarnos lo suficientemente como para continuar trabajando en favor de derrumbar las barreras deportivas de género. Esa medalla de oro también nos obliga a repensar las formas en que interpretamos, analizamos y cubrimos el deporte femenino.



A continuación comparto algunas aspectos importantes que deben ser reevaluados a la hora de tratar el deporte femenino en Puerto Rico:


* Consistencia: Tenemos la mala de costumbre de utilizar selectivamente la etiqueta de "femenino" para referirnos a los equipos de baloncesto de mujeres. No se hace lo mismo con la versión masculina. Tal forma de expresarnos es injusta ya que al describir a los hombres como "Equipo Nacional" y a las mujeres como "Equipo Nacional Femenino", damos a entender que el baloncesto es un campo masculino en donde siempre se parte de la premisa de que van a participar solamente varones. Por ende, las féminas son degradadas a la categoría de el "otro" quinteto que debe identificarse por estar en un campo visto como primordialmente masculino. Si queremos ser consistentes, de ahora en adelante debemos utilizar las etiquetas de género ("masculino" o "femenino") para ambas ramas que nos representan internacionalmente. Así le hacemos justicia a las dos selecciones nacionales.



* Infantilismo: Fanáticos/as, reporteros/as y analistas pecan de identificar los equipos de mujeres como los de "las nenas". Tal etiqueta infantiliza y trivializa el deporte femenino. Se refuerza la idea cultural de que estas atletas son inferiores a los hombres. Crea además una posición paternalista que sugiere que "las nenas" son las mimadas de la nación. De esta forma se desvirtúa la dimensión atlética de estas mujeres y preferimos enfocarnos en su "dulzura", "apariencia" y "emotividad" solamente. Debemos cesar con la costumbre de infantilizar el deporte femenino.

* Igualdad: El tiempo dedicado a las coberturas de competencias femeninas y masculinas debe ser igual. Tal sugerencia no debe justificarse ofreciéndole mayor cobertura solamente a aquellos deportes femeninos conocidos por sus uniformes "sexys" (e.g. voleibol, gimnasia) y capacidad de mercadearse dentro de una economía erótica. Ramas tales como el baloncesto, levantamiento de pesas, entre otras, también deben comenzar a promover una cobertura igualitaria tanto para hombres como mujeres. Esta igualdad debe incluir todo tipo de cobertura de medios masivos incluyendo periódicos, TV, radio e Internet.

* Nueva mirada: Las secciones de periodismo de deportes en Puerto Rico son dirigidas por hombres. A pesar de los avances que hemos tenido en los últimos meses, no es menos cierto que quedan ciertos aspectos relacionados a la cobertura femenina que deben mejorarse. Ser selectivo e incluir fotos de atletas altamente sugestivas y provocadoras (i.e. Fotos de El Nuevo Día sobre Yarleen Santiago en voleibol de playa) debe ser inaceptable en el 2011 y el futuro deportivo inmediato. Todo/a periodista deportivo (tanto hombres como mujeres) debe ser entrenado rigurosamente con cursos y seminarios sobre perspectivas de género en el deporte. La "mirada masculina" (male gaze) debe ser reemplazada por una mirada equitativa, solidaria y respetuosa.

* Amor por igual: La emoción que desbordamos por nuestros atletas masculinos debe ser replicada para las mujeres deportistas, quienes con mayores vicisitudes que los hombres, salen al terreno de juego o competencia a representarnos con el mismo amor y tesón.


 (El autor es periodista del Puerto Rico Daily Sun y profesor de Humanidades en Atlantic University College de Guaynabo.)