jueves, 23 de julio de 2015

Cánticos austeros en el pebetero de la colonia: La (des) valorización del atleta y mis vivencias en Toronto


Por Rafael R. Díaz Torres



Mi memoria me permite recordar hasta los Juegos Panamericanos de 1991 celebrados en La Habana, Cuba. Tenía ocho años en ese entonces. Son los primeros Panamericanos que mi cerebro registra.  Para ser sincero, lo único que recuerdo son imágenes de Fidel Castro entregando medallas y la gesta de oro obtenida por el trabuco de baloncesto masculino que vestía los colores de Puerto Rico. A mi temprana edad ya sospechaba que el deporte podía ser una de las armas políticas más astutamente utilizadas por sociedades y figuras de poder. Tal sospecha fue confirmada cuando tomé las unidades de estudio relacionadas a la Antigua Grecia en el curso de Humanidades de mi primer año universitario.