jueves, 14 de enero de 2016

Necesario combatir la homofobia en el deporte puertorriqueño


Por Rafael R. Díaz Torres

Recientemente, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) anunció la imposición de multas a federaciones de ese deporte en cinco países latinoamericanos. De acuerdo al organismo rector del fútbol en el planeta, los hinchas de México, Argentina, Chile, Perú y Uruguay entonaron cánticos homofóbicos durante partidos de las eliminatorias que clasifican a la Copa del Mundo 2018, a celebrarse en Rusia. Según el líder del comité disciplinario de la FIFA, Claudio Sulser, tales penalidades constituyen un esfuerzo, pero no serán suficientes para erradicar el discrimen y los epítetos homofóbicos en los estadios. Plantea Sulser que adicionalmente se necesitarán esfuerzos educativos y campañas de concientización desde distintos frentes.

La homofobia y comentarios discriminatorios que por años han formado parte de la cultura deportiva latinoamericana están igualmente presentes en las canchas, estadios y distintos foros vinculados al deporte en Puerto Rico. Los avances obtenidos en materia de política pública y la aprobación de leyes a favor de la equidad, no necesariamente se han traducido en un cambio de mentalidad en gran parte de la población puertorriqueña. Basta con acudir a partidos del Baloncesto Superior Nacional y ser testigo de cómo fanáticos y fanáticas utilizan el epíteto de “ese tipo es pato” cada vez que desean insultar a algún jugador o fanático del equipo contrario. De igual manera sucede en los partidos de béisbol, tanto a nivel aficionado, como profesional. Cabe destacar, además, la forma en que se insulta con comentarios homofóbicos e hirientes a aquellos atletas que en eventos de lucha libre representan un personaje con gestos y atuendos que se alejan de las normas tradicionales de masculinidad, según los estándares “aceptados” por los códigos de género predominantes.

La homofobia en los coliseos y estadios es extensiva a algunos de los foros cibernéticos más conocidos en materia de discusión y debate del deporte puertorriqueño y sus atletas. En septiembre de 2015, la sección deportiva del periódico El Nuevo Día publicó una nota sobre la relación sentimental entre las baloncelistas puertorriqueñas Yolanda Jones y Cindy Valentín. En la historia Muy enamoradas las baloncelistas Cindy Valentín y Yolanda Jones, el periodista Luis Santiago Arce expone el testimonio de estas dos mujeres en torno a su amor. El texto, además, hace referencia a los prejuicios y dificultades vividas por estas atletas cuando hicieron pública su relación afectiva.

En este caso de Jones y Valentín el elemento indigno que sobresale no está relacionado con la nota redactada por el periodista Santiago Arce. Lo que realmente preocupa son los breves comentarios compartidos por cibernautas que tuvieron acceso a la noticia. Aunque aparecen unas pocas reacciones de felicitaciones y buenos deseos a la pareja, numerosos comentarios son de repudio a la decisión de ambas atletas de oficializar una relación entre dos mujeres. Desde expresiones en torno a las supuestas consecuencias adversas para quienes tienen una orientación no heterosexual, hasta la acusación hacia el medio de prensa por publicar supuesta  propaganda de comportamiento “contra la naturaleza”, un vocal grupo de personas dejó claro su discrimen y discursos de odio dirigidos a dos mujeres que optaron por declarar y celebrar su amor públicamente.

A las expresiones homofóbicas que se vocalizan en canchas y redactan en foros de discusión, deben sumársele aquellos comentarios que son comúnmente excusados y justificados bajo la categoría de “chistes”. En los medios sociales cibernéticos abundan conversaciones en las cuales se intenta presentar como información jocosa a aquellos temas relacionados a la orientación sexual o apariencia física de un atleta. Por ejemplo, en mayo de 2013, la tenista puertorriqueña Mónica Puig perdió un duelo ante la jugadora española Carla Suárez Navarro. En una nota que publicaba el resultado del partido a través del conocido portal de análisis deportivo Tiro al Blanco, un hombre comentó y trató de enviarle buenas vibras a Puig, pero al hacerlo, sacó a relucir sus prejuicios en materia de género. Dijo el comentarista que el resultado del encuentro deportivo “no era justo si estaba jugando contra un hombre”. Esta persona hacía referencia a la apariencia física de Suárez Navarro, quien ante la apreciación de algunos, no reúne los cánones que se esperan en términos de lo que debe ser la apariencia física de una tenista. Independientemente de cuál sea la orientación sexual de la atleta española, el comentario de este forista perpetúa el prejuicio hacia quienes se apartan de las representaciones e ideales de feminidad que comúnmente se utilizan para mercadear y hasta justificar la participación de mujeres en el deporte. Burlas como la expresada en referencia a Suárez Navarro son constantemente reproducidas por cibernautas puertorriqueños que tildan de “buchas” y “patas” a aquellas baloncelistas y otras atletas que se distancien de las normas sociales de “delicadeza” y “feminidad”.

En tiempos que se promueven medidas y campañas educativas basadas en la equidad de todos y todas, indistintamente de su identidad de género y orientación sexual, las federaciones y organismos deportivos de Puerto Rico no pueden estar ajenos a estos procesos que se forjan en el país. Más allá de establecer normas que redunden en potenciales multas a quienes promuevan un lenguaje de odio en las canchas y estadios, es mucho más importante facilitar diálogos dirigidos a promover nuevas visiones alejadas de discursos y mentalidades homofóbicas. Como organismo rector deportivo en la Isla, el Comité Olímpico de Puerto Rico puede instar a las federaciones a desarrollar campañas educativas que orienten sobre la equidad dentro y fuera del deporte. Estas campañas también podrían servir de ayuda a aquellos atletas que se han visto afectados por actitudes homofóbicas y por manifestaciones de violencia de género en las canchas u otros foros.
Promovamos una cultura de paz en el deporte puertorriqueño. Combatamos el discrimen a través de una educación basada en la inclusión y en la integración de metodologías con perspectiva de género. 

¡Qué nuestros atletas también amen libremente! Transformemos los coliseos deportivos en zonas libres de odio.  


(El autor es profesor de Geografía en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Además, posee un grado de maestría de la Universidad de Penn State con especialidad en Comunicaciones y énfasis en el área de Deportes, Medios y Sociedad.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario