Por Rafael R. Díaz Torres
Las expresiones e intervenciones
de atletas en debates políticos y movimientos sociales han sido parte de
diferentes épocas del deporte institucionalizado. Aunque presiones desde
diferentes frentes (ej. corporativos, políticos y culturales) intentan operar
como objetores constantes al surgimiento de atletas-voceros de diversas causas
políticas, siempre surgen figuras deportivas que utilizan su influyente
presencia mediática para asumir posturas que trascienden el terreno de juego.
Tras las movilizaciones y olas de indignación generalizadas con los más
recientes casos de represión estatal y asesinatos a ciudadanos negros
perpetrados por policías en los Estados Unidos, jugadoras de la Asociación
Nacional de Baloncesto Femenino (WNBA, por sus siglas en inglés) pertenecientes
a las campeonas defensoras, Minnesota Lynx, utilizaron camisas de protesta y
convocaron una conferencia de prensa con el objetivo de demandar “justicia y
responsabilidad” ante las cuestionables muertes de ciudadanos negros a manos de
oficiales de ley y orden. La acción provocó la ira de policías de la ciudad de
Minneapolis, quienes, reclamando temor por su seguridad personal, decidieron
abandonar el partido matizado por la protesta pacífica y cesaron sus funciones
en el Target Center en la noche del sábado 9 de julio de 2016. El incidente
surgió en medio de la controversia que responsabiliza a la policía de Minnesota
por el asesinato del hombre negro, Philando Castile, quien fue baleado mientras
viajaba con su novia y la hija de ésta, en una intervención que ha provocado
protestas en diferentes ciudades de los Estados Unidos.
No es la primera vez que atletas
estadounidenses se solidarizan con las movilizaciones que reclaman justicia
ante la represión y muertes arbitrarias hacia ciudadanos negros en los Estados
Unidos. En décadas pasadas, el fenecido boxeador Muhammad Ali aprovechó
distintas exposiciones públicas para darle visibilidad al problema de la
marginalización del negro en su país. Más recientemente, reconocidos
baloncelistas de la NBA como Kobe Bryant y Lebron James mostraron camisas con
la frase “I can’t breathe” (“No puedo respirar”) en protesta por la muerte de
Eric Garner perpetrada por policías de la Ciudad de Nueva York en julio 2014.
Las expresiones de estos atletas nunca estuvieron exentas de controversia. Para
algunas personas y comentaristas deportivos, este tipo de manifestaciones son
desacertadas y se alejan del ideal del atleta como sujeto disciplinado y
apolítico que puede ser fácilmente mercadeado por marcas y campañas
filantrópicas. Los detractores de este tipo de expresiones argumentan, además,
que el deporte y la política no mezclan. Esto, a pesar de la naturaleza eminentemente
política del deporte, el cual desde los tiempos del olimpismo en la Antigua
Grecia hasta el presente, ha sido valorado por su rol como instrumento
propagandístico, geopolítico y colonizador.
La decisión
de los oficiales policiales de Minneapolis de abandonar el partido y
posteriormente solicitar su desactivación de futuros juegos del equipo Minnesota Lynx
no tiene precedentes entre los principales circuitos profesionales deportivos
de los Estados Unidos. Si bien las acciones análogas de los jugadores de la NBA
fueron objeto de algunas críticas a nivel mediático y de opinión pública, no
hubo una acción de denuncia por parte del gobierno o de las fuerzas policiales de
las ciudades en que participaban estos atletas al momento de sus
manifestaciones dentro del tabloncillo de juego. Al contrario, el propio
Presidente Barack Obama reconoció que James “hizo lo correcto” al expresarse
sobre la muerte de Garner. En el caso de las jugadoras de la WNBA, los elogios
de figuras políticas a nivel nacional estuvieron ausentes. Incluso, se trató de
corregir su “desvío” con la publicación de un comunicado de prensa en el cual
la directiva de club Lynx aclaró que estas mujeres no utilizarían la camisa
alusiva al movimiento “Black Lives Matter” en su próximo partido.
El acto de protesta de estas jugadoras representó mucho más que una
expresión de solidaridad hacia las víctimas de carpeteo y represión policial en
su país. El resultado de la manifestación también constituyó un caso de ruptura
con las normas de raza y género que precisamente cimentaron el mercadeo y
creación de la WNBA en el año 1997. En su ensayo “Women, team sports and the
WNBA: Playing like a girl”, Baroffio-Bota y Banet-Weiser argumentan que,
contrario a la NBA y su ocasional comercialización del sujeto negro como “chico
malo”, la WNBA recurre a la imagen de la mujer negra “femenina”, “maternal”,
“moral” y “colaborativa” como estrategia para justificar la existencia de una
liga de un deporte históricamente asociado con ideales de masculinidad, rudeza
y altanería. Comentan las académicas que el mercadeo de la liga se planifica
con el fin de disipar cuestionamientos en torno a la “sexualidad” y
“amoralidad” que en el pasado han dominado discursos y representaciones
negativas de la mujer negra en los Estados Unidos. De acuerdo a las autoras,
“las políticas raciales de la NBA que representan el cuerpo del hombre negro
como naturalizado y peligroso también operan como el referente negativo
utilizado por la WNBA para crear su propia imagen positiva del género
(femenino) como comodidad”.
El acto de protesta y solidaridad de las jugadoras del equipo Lynx
representó una expresión incómoda que interfirió con el mensaje apolítico de
pureza y feminidad plasmado en la marca corporativa de la WNBA. Ante esta
amenaza, la gerencia del club profesional al cual pertenecen las jugadoras no
tardó en emitir un comunicado aclarando que estas mujeres no utilizarían en el
próximo partido las camisas alusivas al movimiento en favor de erradicar la
violencia policial hacia personas negras. La acción de la gerencia del equipo
fue rápida y enfática. Ante las múltiples presiones que el acto de protesta
pudo haber generado desde distintas esferas de poder, los ejecutivos de la
franquicia estaban obligados a garantizar que sus atletas continuarían
circunscribiéndose a esa imagen
corporativa del género dócil y apto para la comercialización.
La decisión de los policías de abandonar el partido arguyendo temor por
su seguridad personal subyace otro tipo temor que no formó parte de su
declaración oficial tras la decisión de cesar labores la noche del 9 de julio. La
acción de las jugadoras despertó el miedo de quienes vieron su privilegio
amenazado por la acción reivindicativa de un grupo de mujeres, que a pesar de
las múltiples presiones corporativas, culturales y políticas, realizaron una
expresión contundente en reclamo de justicia y responsabilidad ante la
impunidad que rodea los casos de asesinatos de negros a manos de policías. La
retirada policial del Target Center fue también una reacción producto de la
incapacidad de asimilar el hecho de que estas baloncelistas rompieron con la
imagen tradicional de la mujer negra “femenina”, dócil y apolítica de la WNBA.
Aunque el equipo Minnesota Lynx intentó posteriormente disociarse de la acción
de sus jugadoras, la protesta de estas mujeres quedó plasmada como un acto de
ruptura en el cual se reclamó la visibilidad de la mujer atleta en el
movimiento de “Black Lives Matter”.
(El autor es profesor en el Departamento de Ciencias Sociales en la
Universidad de Puerto Rico en Humacao. Posee una maestría en Comunicación con
especialidad en Deportes, Medios y Sociedad de la Universidad de Penn State.)
Muchas gracias por el comentario. Sigan educando al pueblo, es el camino adecuado...
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