sábado, 4 de junio de 2011

La ética viste y se distingue en el coliseo: Consejo de vestimenta para el periodista deportivo

No es ningún secreto que la llamada objetividad periodística consiste de iniciativas bien intencionadas que nunca se concretan totalmente. El periodista siempre tiene una agenda y trasfondo socio-cultural (e.g. lenguaje, vocablos y otras características) que lo distingue e inciden en su estilo personal de transmitir la noticia. También hay otras influencias tales como la línea editorial del centro de trabajo para el cual trabaja la periodista, en caso de ésta no laborar de forma independiente. Esta gama de componentes dificultan el desarrollo pleno de un proyecto de comunicación que aspire a la completa parcialidad, aún cuando los prejuicios que el sujeto tenga sean mínimos.


A pesar de este reconocimiento, de parte del periodista siempre debe existir la mejor disposición para actuar con las más estrictas normas de rigor que le brinden la mayor credibilidad posible, aún dentro de aquellas limitaciones que emanan de sus inevitables gustos personales y posiciones en asuntos de índole político. Esta noble intención debe extenderse a todas las ramas del periodismo. El reporte deportivo no debe ser la excepción.

Por tal razón denuncio la práctica de algunos/as periodistas deportivos, quienes durante sus horas laborales y cobertura de eventos exhiben indumentaria alusiva a equipos profesionales. Tal práctica debe ser inaceptable. Aún cuando se esté cubriendo un deporte y la camisa o chaqueta que se use sea alusiva a alguna franquicia en otras disciplina, se le está dando una promoción indebida a ese club u organización deportiva. Eso le resta credibilidad al periodista y a su capacidad crítica para cuestionar y fiscalizar al deporte como institución social, cultural y económica.

Para un(a) profesional en el complejo campo del periodismo deportivo, las horas laborales deben representar ese momento “cuasi-sagrado” en el cual nos removemos el “hábito” de “fiebrús” o fanáticas(os), y nos damos la oportunidad de ser periodistas por encima de cualquier intento de realizar otro performance alternativo. Ya habrá otros momentos y lugares para exhibir las coloridas franelas de equipos deportivos populares, pero el coliseo y estadio no son los escenarios más apropiados para entablar un tablón de expresión pública corporativo protagonizado por alguien que es catalogado como integrante del “cuarto poder” en nuestra sociedad.

No pretendo que mis recomendaciones sean interpretadas como otra letanía que garantiza la llegada de un mundo periodístico tan objetivo en donde sólo símbolos y no palabras con carga semántica dominen la agenda de transmisión al tiempo que remueven la dimensión ritualista tan vital en todo proceso interactivo entre comunicador (i.e. periodista) y receptor (i.e. audiencia deportiva). De eso no se trata.

Sólo abogo por la intención de promover una mejor dramatización de aquellas acciones que nos briden mayor credibilidad ante nuestros lectores, radioescuchas, televidentes y seguidores cibernéticos. La presentación siempre es importante y por eso la indumentaria cuenta a la hora de reportar. Guardemos la gorra y chaqueta del equipo para el “jangueo” porque en el coliseo quien sobresale es el reportero fiscalizador e incisivo. No lo olvidemos.

(Nota al calce: La recomendación presentada en este ensayo excluye a aquellos/as periodistas que son contratados/as y cumplen funciones de trabajo para algún equipo deportivo.)

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