A sólo dos semanas del inicio del torneo superior femenino organizado por la Federación Puertorriqueña de Voleibol (FPV), los apoderados de los sextetos participantes realizan algunas contrataciones de última hora con el propósito de confeccionar equipos competitivos para la campaña que se aproxima. Teniendo un panorama claro sobre cuáles son las jugadoras nativas disponibles para la temporada que dará comienzo el miércoles 26 de enero, los administradores de franquicias ahora ponen sus miras en la contratación de voleibolistas importadas o refuerzos como medida para completar sus plantillas. Además de las dos refuerzos que la liga permite para cada equipo, algunas franquicias también pueden contratar tres o hasta cuatro jugadoras extranjeras. Estas refuerzos adicionales son permitidas con el propósito de sustituir integrantes de la selección nacional de Puerto Rico, que por compromisos en el exterior o lesiones, no podrán participar con sus respectivos equipos en la liga nacional puertorriqueña.
A estas estipulaciones que regulan la contratación de extranjeras, se les ha añadido lo que parece ser una nueva medida para justificar la firma de un mayor número de “sustitutas” extranjeras. Para la venidera campaña de 2011, el director de torneo, Carlos Villa, tomó la determinación de permitirle a las Leonas de Ponce contratar dos refuerzos adicionales como sustitutas de las jugadoras Roselly Pérez y Gloriana García, quienes no podrán cumplir con su equipo debido a compromisos académicos con su centro de estudio, la Universidad del Sagrado Corazón. De esta manera, las Leonas jugarán en el 2011 con un total de cuatro extranjeras.
Esta decisión crea un precedente peligroso que podría afectar el balance competitivo del torneo. Sin negar la valiosas aportaciones y gran talento que tanto Pérez como García traen al sexteto ponceño, no olvidemos que ambas competidoras no cuentan aún con la experiencia y bagaje profesional que las coloque a un nivel en el cual puedan ser consideradas como indispensables para las aspiraciones de su equipo. La determinación de la liga se presta para que en el futuro otros apoderados realicen reclamos similares cada vez que no cuenten con los servicios de una integrante estelar que curse estudios universitarios. La contratación de jugadoras refuerzos con vasta experiencia y reconocimiento internacional en sustitución de universitarias, podría representar una ventaja injusta frente a otras franquicias que les ofrecen mayor taller a jugadoras nativas en desarrollo.
Dentro del contexto social y educativo, la decisión tomada por la liga de voleibol femenina también nos invita a reflexionar sobre la importancia de la educación superior y su relación con el deporte en Puerto Rico. No olvidemos que para una joven atleta que cursa sus estudios universitarios y representa a su centro de estudio en competencias deportivas, su prioridad debe ser la buena ejecución académica que le permita finalizar satisfactoriamente los requisitos conducentes a un grado académico. Ese importante principio social no debe ser utilizado como excusa por apoderados que sólo buscan “montar” sus equipos en detrimento del balance competitivo de un torneo que tantas alegrías le ha brindado a la afición deportiva puertorriqueña. Cuando se contrata una jugadora universitaria se debe reconocer que dicha competidora tiene un prioridad (académica) por encima del voleibol profesional organizado. Los dueños de franquicia deben saber de antemano que estas jóvenes jugadoras posiblemente incumplirán con sus equipos profesionales en algún momento debido a compromisos universitarios previos. Razones como éstas me inclinan a apoyar el modelo atlético universitario estadounidense, el cual prohíbe participaciones profesionales de sus atletas mientras éstas representen a los equipos de sus instituciones académicas.
De más está decir que el incremento de refuerzos le quita taller de trabajo y desarrollo a muchas talentosas jugadoras puertorriqueñas. Las jugadoras importadas han hecho muchísimas aportaciones a nuestro voleibol a través de los años, pero no podemos perder de perspectiva que nuestras ligas deben ser instrumentos de trabajo para el desarrollo de nuestros programas de selecciones nacionales, así como entes que incentiven la actividad cultural en pueblos que se sienten identificados con aquellas atletas que representan sus colores. Dos jugadoras refuerzos por equipo son suficientes. Esperamos que la liga reconsidere la reciente decisión que le otorgó dos importadas al equipo de Ponce y pueda repensar su política en torno a la contratación de refuerzos. No queremos que la FPV caiga en la misma trampa de la liga nacional de baloncesto masculino en donde el nefasto “cambia y cambia” de refuerzos le ha restado credibilidad al campeonato.
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