domingo, 15 de mayo de 2011

LVSF: Crónica de campeonato anunciado y sus consecuencias

Foto: Gabriel Muriente Pastrana

Se acabó el torneo 2011 de la Liga de Voleibol Superior Femenino (LVSF). El telón deportivo bajó con un contundente campeonato obtenido por las Criollas de Caguas. Ante un abarrotado Coliseo Héctor Solá Bezares, el sexteto del Valle del Turabo conquistó su octavo campeonato luego de agenciarse el título de la LVSF. Jugando ante unas aguerridas Mets de Guaynabo, las Criollas lograron despachar la serie final en el mínimo de cuatro partidos.


¡Enhorabuena para este gran equipo y su leal fanaticada! El arduo trabajo de preparación y la buena ejecución que este grupo presentaba noche tras noche incidieron positivamente en la obtención de este merecido campeonato.

No obstante, y sin negar la alegría que a muchos nos causó ver el coliseo municipal de Caguas con una gran asistencia para el cuarto juego de la final, así como la emoción de palpar una fanaticada criolla jubilosa por regresar a la cima del voleibol femenino puertorriqueño, es importante recalcar que la temporada que recién concluyó fue una de las menos emocionantes en la historia reciente de la LVSF. Tal aseveración no se hace por el mero hecho de que la serie final terminó vía “barrida”, sino porque desde el día inaugural de la temporada 2011 ya se preveía el campeonato del trabuco cagueño.

Sin menospreciar la gran labor realizada por las integrantes de las Criollas y el dirigente Carlos Cardona, su triunfo no causó sorpresa entre los seguidores y analistas del voleibol boricua. Desde un principio hubo cierto escepticismo cuando el apoderado de Caguas comenzó a realizar peticiones especiales que buscaban aumentar el número de jugadoras importadas en su equipo. El tenedor de la franquicia criolla sabía que por motivos de lesión, no iba a contar con la estelar rematadora de esquina Yarimar Rosa. Tampoco tendría los servicios de la central Alexandra Oquendo. Para paliar las posibles deficiencias provocadas por la pérdida de estas integrantes de la selección nacional de Puerto Rico, Francisco Ramos (apoderado) solicitó dos jugadoras refuerzos que pudieran sustituir a Rosa y Oquendo respectivamente. Estas dos importadas se unirían a las otras dos jugadoras extranjeras que ya la liga le permitía a todo equipo participante del torneo.

Al final, la petición de Ramos fue aprobada. Sin pensar en el balance competitivo del torneo y en las oportunidades de juego que perderían algunas jóvenes prospectos integrantes de las Criollas, la directiva de la LVSF permitió que el sexteto cagueño jugara con cuatro importadas. El saldo de este tecnicismo y acuerdo entre Ramos y la liga fue impresionante y preocupante a la misma vez. Las Criollas de Caguas diseñaron un sexteto que parecía un equipo “todas estrellas” de la región NORCECA. A las estelares boricuas Glorimar Ortega y Stephanie Enright se les unieron las estrellas dominicanas Amneris Vargas, Bethania De La Cruz y Brenda Castillo. A ese equipo de ensueño le añadimos a la talentosa y fogosa jugadora canadiense Stacey Gordon. ¡Qué clase de trabuco! Todas estas jugadoras han representado a sus respectivos países en competencias de voleibol internacional.

Con la confección de esta edición 2011 de las Criollas de Caguas, nadie se sorprendió cuando este sexteto dominó la temporada regular de principio a fin. La postemporada transcurrió de igual manera y la final fue otra muestra de superioridad por parte de este poderoso equipo.

Por tal razón, lo que sucedió la noche del sábado 14 de mayo en el Coliseo Héctor Solá Bezares fue la culminación de la crónica de un campeonato anunciado. El torneo 2011 de la LVSF careció de sorpresas y aunque su resultado fue dignificante para una franquicia, la “magia deportiva” y la posibilidad de triunfo para varios equipos nivelados brillaron por su ausencia. En resumidas cuentas, no fue una buena temporada.

Esperamos que la Federación Puertorriqueña de Voleibol (FPV) y la directiva de la LVSF tomen nota. La política de refuerzos tiene que ser revisada. Dos importadas por equipo debe ser el límite. Lesiones de talentosas jugadoras nacionales no pueden ser excusa para solicitar refuerzos adicionales. El balance competitivo y las oportunidades a las jugadoras prospectos boricuas en ascenso deben ser siempre la prioridad. Después no nos quejemos si nuestro equipo nacional no luce al nivel esperado en torneos internacionales. No podemos tener esas altas expectativas si les quitamos a las nativas su más importante taller de trabajo y preparación. Las importadas son bienvenidas en nuestra liga siempre y cuando no afecten el balance competitivo del torneo y las oportunidades de desarrollo para nuestro equipo nacional y sus integrantes.

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