Por Rafael R. Díaz Torres
El tema de la preferencia sexual de los atletas es uno que no se toca dentro de los círculos de análisis que forman parte del deporte puertorriqueño. Al igual que en otros ámbitos culturales, la sexualidad continúa siendo un tabú para quienes dirigen y participan en instituciones deportivas. Desafortunadamente, existe un miedo a resaltar aquellos temas y personas que de alguna forma u otra presentan perspectivas e identidades que pueden ser interpretadas como transgresoras a la “naturaleza” heterosexual “masculina” que caracteriza al deporte como idea, práctica e institución.
Ante estos asuntos y temas de relevancia, el panorama no es alentador en Puerto Rico. Por un lado, contamos con personas que se auto-proclaman apóstoles de Jesucristo para luego esconderse detrás de las sagradas escrituras cristianas con el único objetivo de satanizar a quienes celebran su identidad no-heterosexual. Por otra parte, nuestras canchas son asediadas por personas que constantemente tratan de llamar la atención con estribillos homofóbicos. La celebrada frase de “¡ese tipo es pato!” provee entretenimiento a costa de ridiculizar y promover el odio hacia aquellos hombres que son homosexuales o lucen “amanerados”.
Si no se habla de estos temas en nuestras ligas y círculos deportivos es porque se tolera la conducta de odio, represión y ridiculización hacia el “otro” sexual. Mujeres y hombres atletas son forzados a cumplir con los paradigmas tradicionales que sólo admiten el modelo heterosexual masculino como modo de operación y requisito de pertenencia en las instituciones deportivas. Por tal razón, no debe sorprendernos que el “sub-consciente” colectivo asuma y dé por sentado que todos l@s atletas que los representan son de orientación heterosexual. Cualquier sospecha de los contrario, será vista como la excusa perfecta para tratar de “desenmascarar” a los/las que abrazan prácticas sexuales cuestionables e incompatibles con las “normas” deportivas de la nación.
No debe ser así. Aquell@s atletas que abiertamente declaren su identidad no-heterosexual deben recibir el mismo apoyo y solidaridad que disfrutan l@s deportistas heterosexuales. Tod@s nos representan igualmente en la cancha o el terreno de juego. Tampoco deben ser condenad@s por celebrar su sexualidad. Su orgullo de identidad es un mecanismo de lucha, resistencia y visibilidad dentro de una sociedad en donde aún permea el odio y represión ante quienes presentan estilos de vida alternativos. Luchemos por erradicar la homofobia en el deporte. Hagámoslo como un acto de amor hacia tod@s aquellos atletas no-heterosexuales que nos han representando dignamente en el pasado, aún cuando la sociedad nunca les dio la oportunidad de expresar y celebrar abiertamente su preferencia. ¡Nunca más!
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