miércoles, 30 de marzo de 2011

Reflexiones sobre el caso Dalmau y su cobertura


Christian Dalmau apeló ante la El Tribunal Apelativo y de Arbitraje Deportivo (TAAD), y “como por arte de magia”, se le eliminó toda la sanción previamente impuesta por la Junta de Gobierno de la Federación de Baloncesto de Puerto Rico (FBPR). Los motivos establecidos para levantar el castigo se basaron en el alegado visto bueno dado por la gerencia del equipo para que Dalmau abandonara a sus compañeros. El jugador no estaba conforme con su tiempo de juego.


La decisión del TAAD nos deja con más interrogantes que respuestas sobre lo acontecido diez días antes de que comenzara el Mundial FIBA 2010 en Turquía. Sin entrar en elementos de juicio sobre la decisión de Christian y la magnitud del castigo que pudiera o no merecer por sus actos, es importante expresar que la resolución del TAAD pudiera crear un mal precedente tanto para la FBPR como para el deporte puertorriqueño en general.

Primeramente, se está llevando el mensaje de que abandonar un equipo nacional en el momento más crítico de entrenamiento y preparación, se puede hacer sin consecuencias mayores para quien (o quienes) toma(n) la decisión (¡Ojo con el caso de Ayuso!). En segundo lugar, se está convirtiendo en uso y costumbre de algunos medios periodísticos boricuas, limitarse a meramente reseñar eventos y decisiones relacionadas al deporte sin llegar a cuestionarse a las personas involucradas, así como las instituciones que rigen las competencias atléticas en el país.

El deporte es atesorado por l@s puertorriqueñ@s. Tener el privilegio de cubrir estas actividades acarrea una gran responsabilidad social. Si bien se deben celebrar los merecidos triunfos de los atletas, no es menos cierto que hay momentos en los cuales hay que quitarse el sombrero de “fiebrús” y ser capaces de cuestionar al deporte como institución, práctica e idea. De eso se trata el periodismo; de forjar una voz independiente de las instituciones de poder e influencia social. El periodismo deportivo no debe ser instrumento de relaciones públicas de ninguna liga o asociación. Para eso existen agencias de relaciones públicas, mercadeo o publicidad. En esta democracia, la prensa no debe perder de perspectiva su rol como el “cuarto poder” (no-oficial) dentro del sistema de pesos y contrapesos que rige en nuestro orden constitucional.

Estas inquietudes me llevan a formular algunas preguntas sobre el caso de Christian Dalmau. Las mismas trascienden cualquier justificación que el TAAD ofreció para levantar la sanción:

• ¿Por qué la gerencia del equipo nacional permitió la salida de Christian a sólo diez días del mundial, según se alega? ¿Por qué aceptaron su inconformidad sobre los minutos de juego?

• ¿Realmente Dalmau tenía la expectativa de jugar muchos minutos con el conjunto patrio? ¿Sabía él que habían otros jugadores por encima de él? ¿Fue el asunto de los minutos de juego lo único que motivó su salida?

• ¿Por qué sólo se hablaba de Christian y no es hasta ahora (con la decisión del TAAD) que también se hace referencia a los roles y decisiones tomadas por miembros del cuerpo técnico del equipo boricua?

• ¿Si Christian no es el único responsable de esta situación, por qué no se investigan también a los directivos del equipo que fallaron al permitirle ese capricho al canastero?

• ¿Por qué la Junta de Gobierno de la FBPR tardó tanto en publicar la decisión sobre el caso? ¿Realmente su resolución y la del TAAD resumen todos los pormenores de la investigación?

Estas y otras preguntas continúan inquietando a quienes seguimos y atesoramos el deporte puertorriqueño. Las interrogantes planteadas son una respetuosa contribución que deseo hacer como parte de esa importante búsqueda de la verdad. La “verdad” siempre será imperfecta y contextual, pero no por eso debe ser descartada. Su búsqueda nos puede liberar y reivindicar. De eso se trata el periodismo investigativo. Tomemos nota.

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